Este es el truco que siempre uso para dormir mejor! Mi abuela me enseñó esto cuando era niña, porque me costaba conciliar el sueño y cuando pasaba las noches con ella, sus consejos me ayudaban a relajarme.
Una buena noche de sueño te permite empezar bien el día, estar lúcido, tener un rostro relajado y retrasar el envejecimiento.
Pero el estrés, la ansiedad, la sobrecarga a menudo nos impiden relajarnos. En lugar de recurrir a medicamentos específicos, es mejor utilizar esta estratagema completamente natural, pero muy efectiva
¡Te cuento cada detalle!
Siempre uso este truco: ¡lo pongo en mi almohada para dormir mejor!
Un buen aroma, relajante y delicado, por sí solo es suficiente para inducir un estado de relajación en mente y cuerpo, y luego comenzar a soñar.
Entre todos, la lavanda es conocida por sus cualidades calmantes. Prepare una solución de agua desmineralizada y 4 o 5 gotas de aceite de lavanda, viértala en una botella con la boquilla rociadora y rocíela sobre la almohada. Una sensación de paz y serenidad se extenderá y te arrullará hasta que te duerma.
Si lo prefieres, también puedes introducir una ramita directamente en la funda de almohada y disfrutar de una noche tranquila, pero no te excedas con las cantidades. Mi abuela siempre decía que demasiado es demasiado, ¡y tenía razón!
Del mismo modo, los aceites esenciales de mandarina y bálsamo de limón son fenomenales.
Elige el aroma que prefieras, luego pon unas gotas en una bola de algodón, luego métela en tu almohada: disfrutarás de un sueño profundo y reparador.
Un argumento similar se puede hacer sobre el bálsamo de limón
El jabón de Marsella también es muy útil para este fin y no solo eso, también alivia los calambres nocturnos. Aunque no está comprobado científicamente, es habitual utilizarlo en casos de insomnio. Intenta poner una hogaza al final de la cama, debajo del edredón y luego me dirás…
Dicho todo esto, preste mucha atención a la elección de la almohada: debe apoyar bien el cuello cervical para estirar la columna vertebral, pero no puede ser demasiado rígida. Cómodo, pero resistente, debe acogerte, arrullarte. El colchón, al mismo tiempo, no puede ser demasiado blando para evitar que te hundas y te despiertes dolorido al día siguiente.